Viajar más de 100 horas por tierra. Perder aviones de regreso a propósito para seguir la gira. Gastarse hasta el último centavo de los ahorros en pasajes de última hora. Ponerse a buscar hospedaje después de viajar y no antes. Renunciar al trabajo. Son sólo ejemplos de la locura que algunos hinchas fanáticos son capaces de realizar. Cartagena de Indias comienza de a poco a recibir tucumanos que llegan no sólo desde Argentina sino también desde Ecuador para meterle presión a Junior desde la tribuna y recordarle a Atlético que, vaya donde vaya, nunca estará solo.
Flanqueando a la estatua de Simón Bolívar que escruta desde lo alto en la plaza principal de la Ciudad Amurallada, Matías Nieto y Matías Choma cuentan su periplo hasta Cartagena. “Organizamos las vacaciones de tal manera que pudiéramos verlo a Atlético en Quito. Hicimos Bolivia, Perú y Ecuador. Y también teníamos pensado venir a Cartagena, incluso antes de saber que jugaría acá. No había forma de perder. Si clasificaba, buenísimo, y si no, nos veníamos a pasear igual”, cuenta el primero.
“Me acuerdo que al primer partido contra El Nacional lo vimos en un barcito de Trujillo. ¡Nos manejamos un quilombo, chango!”, relata Choma, cuyo corazón estuvo a punto de estallar en Quito. “Casi me muero esa noche. Me gasté todo el crédito llamando para que alguien me dijera si el partido se jugaba o no. ¡Cómo he sufrido, por Dios!”, recuerda.
En las primeras horas de la mañana llegó Pablo Heredia, luego de lo que asegura fueron cinco días y seis horas de viaje. Lo mejor de todo: por vía terrestre. “Hasta que llegamos a Quito habíamos hecho más de 100 horas netas de ruta. Luego hicimos dos días de playa en Ecuador y de ahí nos vinimos a Colombia. Haremos Cartagena, Barú, Santa Marta y Taganga. Claro que el jueves estaremos en el estadio”, comenta Pablo, quien junto a sus amigos de La Banda del Potrero convirtió la habitación del hotel en Bocagrande en un verdadero santuario “decano”, repleto de camisetas y banderas.
Gonzalo Peralta puede considerarse un afortunado porque sacó los pasajes para Cartagena en septiembre, cuando ni se sabía que el “Decano” jugaría la Copa. “Fue mucha casualidad, realmente. Tenía pensado venir con mi novia de vacaciones, y justo se da que Atlético tiene que jugar en Cartagena porque al estadio de Junior lo están remodelando. Más perfecto no pudo haber salido. Sin haberlo planeado, tendremos la posibilidad de estar alentando al ‘Decano’. ¿Qué más se puede pedir?”, pregunta. Nada. Todo salió perfecto.